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Linchamiento en redes sociales: piensa antes de halar el gatillo

Turbas Tuiteras es el título de un artículo de El País de España que inspira este post por las turbas en Redes Sociales que circulan con inusitada fuerza en Ecuador.

La verdad es que la campaña #PiensaAntesdePublicar -que tal cual necio repito y repito al final de mis cursos y lo comparto en Facebook y Twitter cada vez que puedo- se me ha quedado corta.

«Respira hondo antes de halar el gatillo», resulta ser la nueva máxima para este 2015, intensificado en estos días por una jornada de protestas dividida entre quienes están en contra o a favor del gobierno.

El caso es que el artículo de El País de España viene a demostrar que el tema de las turbas tuiteras no es una enfermedad solamente local.

Resulta que es muy difícil resistirse a compartir el virus de la ira en internet. Sí, la ira, como lo demuestra un estudio reciente, en internet se contagia fácilmente. «Y es muy difícil resistirse a este estornudo mental».

La IRA es el PEOR «estornudo mental» que uno puede compartir en Redes Sociales: cuando este virus te engancha, pocos cerebros se resisten a seguir reproduciéndolo

Así nos manipula los gérmenes de la ira que vemos circular en nuestros muros…

«No me uní a la flashmovil tuitera»

En el caso de España nos referimos a la reacción ante un tuit de un concejal que tampoco pensó antes de publicar y lanzó un «chiste» antisemita en sus inicios de Twitter que le costó su puesto 5 años después.

chiste twitter concejal

(Algo parecido le pasó al colega periodista Milton Pérez por un tuit que puso un día antes de la la revelión policial del #30s y le costó un llamamimento a juicio 4 años después).

El chiste, lo reconocen en España, obviamente fue de «un mal gusto atroz» y demostró, dicen, una lamentable falta de juicio para alguien que pretende representar a la ciudadanía en el Gobierno de una gran ciudad europea.

«Pero conocimientos de cine y literatura parece que sí tiene». Aparte no robó a nadie, que se sepa, ni se dio a la fuga después de arrollar la moto de un policía. «Metió la pata, pero todos la metemos».

«Por suerte me quedé callado», reconsidera el autor de la columna de El País. «No me uní a la flashmob tuitera, y me alegro de ello porque tras un breve periodo de reflexión veo que mi primera reacción fue apresurada y mezquina».

Justicia por mano propia

asesino facebook

En el caso de Ecuador, se me viene a la cabeza el caso de «la foto del perro arrastrado»

La imagen por sí sola, por supuesto, que resultaba indignante para cualquiera que la veía en caliente. Entonces, empezó la «cacería de brujas» que terminó en un prejuzgamiento contra un joven de la provincia de Manabí que «mereció» la publicación de fotos personales con su número de cédula en Facebook con el membrete de «asesino»

Resultó al final que el joven que aparecía en su casa con el vehículo en FB no fue quien manejaba ese auto.

«Proteger a las víctimas, presumir la inocencia de las personas y ponerse en los zapatos del otro son premisas ineludibles en la puesta en escena de la violencia. La máxima es simple: respeto».

Es la recomendación que recuerda quien por varios años fue editor de la sección de seguridad y judiciales de Diario El Comercio, Dimitri Barreto.

«Las redes sociales son un insumo de información, sí, pero requieren de contrastación y manejo responsable. La mera divulgación de casos no construye seguridad. Una cobertura responsable implica descubrir los contextos, explicar ¿qué se ha hecho para evitar esa violencia?

La tarea periodística, coincido con Dimitri, requiere no solo de capacidad para investigar y sensibilidad para preservar la salud mental de los demás. Pero esa tarea con internet y las redes sociales ya no es solo del periodista, sino del medio que cada uno maneaja en cada tuit o post de su muro.

Las Turbas Facebookeras, en el caso del joven aludido, le obligaron a dejar su ciudad.

Tira la piedra y esconde la mano

Algo parecido le pasó a la hija de un amigo que estuvo varias semanas en estado de desaparecida hasta que con la ayuda solidaria de redes sociales, la Policía logró ubicarla.

Sin embargo, al final, las causas reales de su partida merecieron el peor desfile de insultos nacionales que recuerde yo en Facebook en contra de una adolescente, sin el más mínimo reparo.

De hecho, ni el máximo referente del fútbol ecuatoriano, Antonio Valencia, se ha salvado de las turbas tuiteras: cerró su cuenta en Twitter después de la turba de insultos recibida en su cuenta por quienes suelen halar el gatillo y después pensar con lo que hacen en sus redes después del Mundial de Brasil.

Igual de indignante fue el caso del «Chucho Benítez», ídolo del pueblo ecuatoriano al fallecer, pero en vida vilipendiado en redes sociales por un error en un partido -un año antes- que le obligó también a cerrar su cuenta y volverla a abrir.

Pero eso sí después de su muerte «fue aclamado» en redes sociales como «ídolo» (seguramente por esos mismos que no repararon en insultarlo en Twitter y sus muros facebookeros).

No postear en caliente

Finalmente, todo lo que hagas en redes sociales algún día puede ser usado en tu contra.

Así que, por supuesto, tampoco hagamos méritos para despertar esa ira viral

Y por su salud -y la de los demás- NO POSTEEN EN CALIENTE.

Fiestas clandestinas: culpando a Facebook en vez de educar a los hijos

Ni prohibir ni dejarlos a la deriva. La noticia de las «Fiestas Clandestinas» o «caídas» que se convocan por Facebook se ha convertido en una buena oportunidad para abrir los ojos a aquellos padres que no querían entender que el único camino para sortear los «peligros» de las redes sociales es educar a sus hijos.

El tema lo abordamos en un panel que organizó GAMATV llamado contrapunto, invitación del colega Rommel Garzón.

Por mi parte insistí en que culparle a Facebook del «problema» en forma apocalíptica sería como antes querer culparle a la calle, a las plazas y a todos los lugares públicos de las amenazas propias de estos sitios que anteriores generaciones nos enseñaron a sortear. ¿Cómo? Gracias a la buena guía previa de los padres.

La diferencia es que ahora las nuevas generaciones salen esta nueva calle sin el acompañamiento on line necesario para aprender a valerse por sí mismos. El tema de valores, por ejemplo, es inmune a cualquier tipo de tecnología.

No es necesario tampoco espiar a los hijos sino ganarse su confianza para que te acepten en sus redes o te cuenten cómo llevan su Facebook, su Twitter, su Instagram.

Acompañar en lugar de prohibir

Es hora de conversar con ellos del cuidado de su identidad digital, de que cada post nuevo deja una huella on line indeleble, que sus redes son currículum en línea, que hoy eres lo que publicas.

Toca aceptar que prohibir el acceso a redes sociales es abrir la puerta para que igual lleguen a esta nueva plaza a escondidas desde un cibercafé o o bajo una falsa identidad, por ejemplo.

Es hora de no hacernos los locos con lo que ahí publican y ACOMPAÑARLES en el terreno que se mueven, enseñándoles, entre otras cosas, a no aceptar a extraños en su red o a que te cuenten si alguno lo intenta.

Es hora de romper la brecha digital de padres / hijos que nos toca afrontar en lugar de huir.

¿De qué otras maneras lo podemos conseguir?

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